PARTIDO OBRERO SOCIALISTA
Revista Pluma #22
Verano 2013
Algunas comunidades también se organizan en contra de los delincuentes organizados.
Son las policías comunitarias.
Los campesinos toman las decisiones en asambleas. Son ellas las portadoras de soberanía y las que determinan quiénes formarán parte de estos cuerpos armados.
Son instancias democráticas y fuertemente arraigadas. Para el Estado la existencia de estas organizaciones armadas es incompatible con su ser, porque significa que le han sustraído el monopolio de la fuerza. Si bien actualmente las armas de las policías comunitarias son para defenderse de los delincuentes, mañana podrían ser enderezadas contra el poder burgués y los capitalistas.
Las policías comunitarias son iniciativas altamente revolucionarias que sin saberlo han puesto en práctica la consigna socialista de armamento popular. En términos de la ciencia de la revolución las policías comunitarias son experiencias embrionarias de un poder armado campesino y popular.
El Estado en los hechos es reemplazado por organismos creados desde la base de la sociedad.
El EZLN y sus Juntas de Buen Gobierno forman parte también de estas instancias de doble poder. En Chiapas el zapatismo gobierna a través de las Juntas de Buen Gobierno a decenas de miles de indígenas en siete regiones.
Esto para el Estado mexicano es, en dinámica, imposible de tolerar, y el hecho de que sea un fenómeno en
ascenso ha encendido los focos de alarma entre la clase dominante.
La contradicción para el Poder es que se encuentra limitado para combatir a grupos que enfrentan a criminales y que traen la seguridad que no son capaces de garantizar las instancias estatales.
La burguesía y sus políticos han emprendido una intensa campaña mediática con el objetivo de socavar estos organismos.
Otras causas que explican el carácter explosivo de las movilizaciones indígenas son la miseria que se padece más en el campo y que aumentará con el alza en los precios de los alimentos.
Por otra parte, el gobierno de Zedillo y los siguientes traicionaron al EZLN al incumplir el convenio firmado con éste, los Acuerdos de San Andrés Larráinzar.
De continuarse desarrollando este movimiento, será más desconfiado de la burguesía y más radical. Las razones que atizan la lucha indígena y campesina son problemas estructurales del capitalismo, como la necesidad que éste tiene de explotar bárbaramente los recursos naturales del país; la falta de empleos, la carestía y la miseria; y la extensión de la burguesía delincuente y narcotraficante que se encuentra cada vez más imbricada con otros sectores de empresarios y con los políticos burgueses.
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